lunes, 12 de noviembre de 2007

violeta...

Dicen que las violetas son flores de nostalgia, que florean cuando la soledad les sopla encima, crecen mas fuertes y regalan esas pequeñas notas de color con pétalos.

Las mías han comenzado a florear... mis amados fantasmas siguen soplandome en las orejas, divirtiendose ante mi desconcierto.
Quieren saber que florecerá entre ellas.

Volver a los 17

Despues de vivir un siglo
Es como descifrar signos
Sin ser sabio competente
Volver a ser de repente
Tan fragil como un segundo
Volver a sentir profundo
Como un niño frente a dios

Eso es lo que siento yo
En este instante fecundo.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
ay si ..., si ..., si ...
Mi paso retrocedido
Cuando el de ustedes avanza
El arco de las alianzas
Ha penetrado en mi nido
Con todo su colorido

Se ha paseado por mis venas
Y hasta la dura cadena
Con que nos ata el destino
Es como un diamante fino
Que alumbra mi alma serena.

Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
ay si ..., si ..., si ...
Lo que puede el sentimiento
No lo ha podido el saber
Ni el mas claro proceder
Ni el mas ancho pensamiento
Todo lo cambia el momento
Cual mago condescendiente
Nos aleja dulcemente
De rencores y violencias
Solo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes.

Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
ay si ..., si ..., si ...
El amor es torbellino
De pureza original
Hasta el feroz animal
Susurra su dulce trino
Detiene a los peregrinos
Libera a los prisioneros
El amor con sus esmeros
Al viejo lo vuelve niño
Y al malo solo el cariño
Lo vuelve puro y sincero.

Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
ay si ..., si ..., si ...
Violeta Parra

viernes, 9 de noviembre de 2007

HAY MIL Y UN FORMAS DE AMOR...

Naturaleza muerta


Javier está en el pasillo aséptico del hospital, alumbrado por la luz fluorescente. La adrenalina se adueña de su cuerpo mientras se prepara para huir. Corre sin esperar verlos aparecer, ya los ladridos anuncian la jauría. Al llegar al área de ambulancias una puerta de vidrio le detiene el paso. Pese a usar toda su fuerza empujándola no cede. Sus manos se reblandecen, los huesos son mantequilla. En su desesperación patea la puerta como un loco hasta que sus fragmentos se estrellan contra sus piernas. Un dolor agudo le impide correr, tiene que esconderse y logra llegar a los botes de basura. Un fragmento de vidrio brilla rojizo a la luz de la luna. La sangre brota de la entrepierna. Es el señuelo. Sus manos dibujan huellas rojas sobre su piel amarillenta. Al ver a la silueta feroz que se acerca gruñendo gime desesperado. No hay escapatoria. El depredador no parece tener piedad, ya ha olisqueado la sangre. Su aliento fétido golpea el rostro de Javier, e instintivamente lleva sus manos hacia abajo. Sabe lo que buscan.

La puerta abriéndose arranca a Javier del mal sueño, librándolo de los colmillos que habían decidido condenarlo a morir desangrado y solo.

- Doc, llegó chamba-

El policía sonríe cómplice al ver a Javier retirar la mano sudorosa de entre las piernas.

- Orale Doc, no se la jale tan fuerte, se va a lastimar-

Molesto por el exceso de confianza Javier le cierra la puerta antes de que pueda entrar. No puede evitar llorar de rabia, silenciosamente, hasta que los silbidos se alejan.

Cansado busca en el archivero los formatos de reporte de necropsia. De su maletín extrae la pluma mientras cuenta los días que faltan para que llegue el fin de semana. Apenas puede esperar volver a sentirse vivo y acompañado de verdad. A sus ya varias décadas de vida se le antojaba una perdida de tiempo el esperar por las cosas que lo hacían feliz. Lastima que no pudiera ser sábado por la noche toda su vida.

Las lámparas fluorescentes lo reciben con un abrazo fúnebre. El pasillo de sus pesadillas ahora esta ocupado por algunos trabajadores noctámbulos, pálidos y ojerosos bajo la luz artificial. Saluda a algunos tratando de disimular el temblor de sus manos. Al fin aparece frente a el la puerta de la sala de autopsia 2. Podría haber seguido adelante y salir para no volver, pero estaba convencido de que la muerte le había tocado las manos negándoles el don de curar. Su función era de observador, testificando en lo que se convierte un ser humano después de muerto.

A juzgar por el esmalte de uñas anaranjadas de la mano que sobresalía de la sabana blanca era una mujer. El policía aparentemente mas a gusto en su papel de informador inicia la lectura del expediente:

-Femenina de entre dieciocho y veinte años, aproximadamente. En calidad de desconocida. Cabello corto, de 52 kilos más o menos, talla de 1.62 cms. Presenta hematoma a nivel del área hepática y múltiples contusiones, aunque la causa del deceso parece ser por ahorcamiento. Como seña particular tiene un tatuaje en la nalga derecha, una rosa. La encontraron en las inmediaciones del mercado de La Merced, a eso de las dos de la mañana. –

La descripción le hace pensar en Corina. Hace tiempo que conocía los rincones violentos de la mente de los asesinos, amparados al anonimato de una ciudad grande y a la oscuridad, a la ocasión que da el descuido de los otros. La noche podía darte cosas terribles, apenas bajas la guardia. A veces salía de noche, tras revolverse como loco en su cama de soltero empedernido. Buscaba cigarros, adelantándose a cualquier ruido extraño con un escalofrío digno de quien es perseguido por una muerte prematura. Y en recompensa a su valor, la noche le dio una compañía muy especial. La llama para encender el cigarro, solícito ante la dama con un vestido demasiado ligero para esa noche tan fría. Y en el sucio cuarto del hotel recibió el regalo que le dio rienda suelta a la vida, tras años de ocultarse en su fachada de hombre común. A través de esos tacones altos y la malla de red se adentró en sus deseos abiertos como una puerta. Miro la mano cérea y creyó que sería imposible volver a buscar el amor carnal el sábado por la noche sin ella, No se atrevería a abrir los ojos, a respirar y volver a un cuerpo muerto en su ausencia. No podía ser ella. La noche no repite dos veces los milagros. Y se sentía demasiado viejo para arriesgarse al escarnio.

El policía en un ademán nervioso posó la mano sobre el bulto que dibujaba el seno derecho de la muerta, en aparente descuido.

- Si quiere yo le ayudo Doc, aguanto vara, me cae que a mi ver a los muertos no me da cosa. De a primera vista se nota medio flaca. Mi madrecita que Dios tenga en su Santa Gloria decía que todos nacíamos ya para algo, y pues creo que es verdad. Mire nomás tan chavita. Pinches viejas, con estas ya van tres putas en un mes y ni así aprenden.

- A ver si ya te largas a fastidiar a alguien más con tus comentarios pendejos. Déjame trabajar-

Javier no voltea a ver el gesto obsceno que el policía le deja antes de cerrar la puerta. Solo puede pensar en la soledad anticipada. Los zapatos de fiesta están guardados en el ropero, listos para brillar. La misma Corina opina que es tiempo de cambiar el viejo guardarropa.






En un movimiento brusco pudo resumir las ultimas semanas, poseedoras de los recuerdos mas agradables de su vida. Las pieles marcadas por los excesos de la pasión. Las lagrimas de placer caídas sobre la espalda de sus amantes. El retorno por la mañana a la casa de Corina, a tomar su corbata y las llaves de su coche y su ademán de hermana cariñosa, despidiéndolo y dejándolo ir hacia la otra cara de la moneda. Descubrió el cuerpo.

Tuvo que acercarse al rostro frío, que rezumaba el líquido iridiscente de los abandonados al morir, para verificar que la línea de las cejas estaba pintada con crayón negro. Ella siempre usaba colores alegres y llamativos. Podría haber sido su hermana, tanto era el parecido. Las facciones de Javier dejaron de ser las de un huérfano de cuarenta años. No era ella.
Desapareció el miedo, no así el dolor. Acarició ese cuerpo solitario, le inventó un nombre mientras le acomodaba el pelo y durante la disección, dejo caer un buen rato sus lagrimas de contrito, por seccionar ese cuerpo bello como el deseo, que por traspiés de la genética nunca llegaría a tener.

sábado, 3 de noviembre de 2007

HOTEL DE PASO Segunda parte

Claudia se miraba de frente en el espejo, con la cara a medio cubrir por la cortina oscura del cabello. El espejo reflejó la belleza añeja y perfecta de una esfinge.
Al despojarse del babydoll, con movimientos lentos y sinuosos el frío de la madrugada le erizó dolorosamente la piel. Desnuda se observaba como una mujer pequeña y fragil, mimetizada con el amarillo de los mosaicos del baño.
Deslizó lentamente el dedo corazón de la mano derecha hasta la altura de entre los pechos. Ahí el retumbo de los latidos se introdujo en la mano dando microgiros vertiginosos, la fuerza vital recirculando. La desesperación se asomó inexorable desde sus ojos verdes.


-Tengo que acabar con esto-

Escapa la frase silbada entre dientes, una y otra vez. Parece estar repitiendo un mantra, una oración hecha por una niña asustada.

En el soliloquio el temblor inició en la mano derecha. Los latidos invadieron los oidos, los labios,las pupilas dilatadas.

Los susurros se conviertieron en un gemido ahogado.


- No, por favor-


Con un golpe seco cayó sobre el suelo mugriento.
Los primeros rayos solares se filtraron por la desvencijada persiana.

Claudia lloró sin reservas, mientras su cuerpo convulso se iluminó con la luz solar.

Con un gran esfuerzo pudo arrastrarse hacia la puerta del baño. Su cuerpo perdió proporción, escapando como lo hicieron las ultimas sombras nocturnas.

A los gritos dolorosos de Claudia la portera llamó a la policia. Habia visto ya tantas cosas.


Cuando abrieron la puerta de la habitacion 101 en vez de una portada de nota roja los policias encontraron la ventana abierta y los murmullos de la ciudad despertando, vigoroso eco de claxones y neblumo.

miércoles, 10 de octubre de 2007

el dolor ante lo inevitable...

POR LOS BUENOS TIEMPOS.


Si tuviera que hacer un recuento de mis terrores, empezarían con un nombre: Francisco.

La mayoría de mis fobias tienen que ver con él. Desde muy pequeño recuerdo animales muertos en mi lonchera, encerronas en el armario de las escobas y concursos para ver quién era el mas fuerte. Por supuesto siempre ganaba él.
Como es mi hermano mayor, mi madre me puso a su cuidado. Así tuvo tiempo de sobra para asustarme con el coco, las brujas debajo de la cama y el señor del saco que se llevaba a los niños chillones.
En la escuela los recreos eran un martirio para mí, porque a Paco frecuentemente se le ocurrían juegos en los que para mi mala suerte necesitaba un conejillo de Indias. Meter las manos en el inodoro, dejar que me pellizcara sin gritar o pegarme chicle en el pelo eran de sus juegos favoritos. A veces me escondía para evitar ser parte de su diversión. Pero en cuanto una persona bienintencionada le informaba de mi escondite aparecía, todopoderoso, ordenándome salir. La frase era simple: vamos a jugar.

Cierta vez quise rebelarme. Lo vi aproximarse tomándose un refresco e hice acopio de todo mi valor. No retrocedí y le dije: ya no me molestes Francisco o se lo voy a decir a mi mamá.
Francisco por toda respuesta me vació el refresco en el frente del pantalón. Sus risotadas hicieron que todos me miraran. Hasta que terminé la secundaria tuve que cargar el apodo del “meón”.

Cuando le dije a mi madre lo que pasó absorta en los cálculos quincenales me dijo que iba a encargarse de ponerle un castigo ejemplar, cosa que nunca pasó. Mi madre siempre estaba abrumada por el trabajo.

Todos los amigos me consideraron pusilánime. Me hablaban con el diminutivo de mi nombre. Pedrito. Eso me hacía encabronar, tanto que era imposible disimularlo. Me gané la fama de antisocial.

Mi madre insistía en que Paco y yo saliéramos juntos. Paco iba a fiestas, hablaba por teléfono con chicas y yo apenas tenia amigos. Varias veces escuche a mi madre pedirle a Paco que me ayudara a hacer más vida social, cosa que a él le venía como anillo al dedo. Claro, necesitaba quien le alcahueteara sus desmadres y anduviera cuidándolo cuando se ponía ebrio.
Llegue a odiar sus dientes blancos y parejos, el que tuviera la frase perfecta para joderme a fondo, con esa cara de inocencia .Todavía me parece ver su nariz enrojecida por el alcohol, esa sonrisa beatifica seguida de aquello de no seas maricón, Pedrito, échate una chela.

No terminé la prepa porque me urgía salir hacia cualquier lado, trabajar en lo que fuera, con tal de librarme de su odiosa presencia. Terminé como vigilante en una pensión, cuidando autos costosísimos. Los dueños de los automóviles apenas me miraban, pero yo empecé a encontrar en ellos un gesto familiar. Tenían la sonrisa de mi hermano, pueril e indecente, además de esa maldita suerte para encajar entre los otros seres humanos.

Cuando supe que lo becaron para irse lejos algo me mordió fuerte en el corazón. Se iría, quedando impune el sufrimiento que me había causado. Ya lo imagino, a la mitad de una fiesta contándole a la pendeja en turno acerca de su hermanito menor, medio tarugo pero buena gente. Eso enternece a cualquiera. Pero sé que miente cuando le dice a mi madre que le preocupa mi aislamiento y mis ojeras de trasnochado. Me odia tanto como yo a él.

El miércoles era el día previsto. Mi madre no estaría en casa. Pacientemente esperé hasta que sus pisadas se dirigieron a nuestra habitación. El muy cabrón venía de traje. Demasiado ocupado para observarme. Ahí fue donde después de cerrar con llave le enseñé el galón lleno de combustible.
Su cara se transfiguró.
Ahora si te vas a morir cabrón, nos vamos a morir por tu pinche culpa, le dije en un tono desconocido para mi hasta ese entonces.
Paco se puso rojo como jitomate, trataba de tranquilizarme pero cuando se dio cuenta de que la habitación se impregnó con el olor a gasolina empezó a gritar pidiendo auxilio. Encendí un cerillo y lo dejé caer a mis pies. La alfombra verde musgo chisporroteó antes de llenarse de lenguas de fuego.
Pinche loco, me gritó y entonces empecé a sonreír. Paco estaba llorando. Mi sonrisa se transformo en carcajada al verlo golpear la puerta mientras se nos acababa el aire y el calor me arriscaba los cabellos.
Maricón, chillón, fue lo último que alcance a decirle antes de perder la conciencia.


El dolor es casi insoportable, estoy vendado de pies a cabeza y apendejado por los sedantes. Cada vez que tengo un poco de conciencia me duele hasta el alma. Ahí está mi madre, recibiendo las explicaciones del médico. Y ahí esta…el hijo de la chingada de Paco.
Con un gesto solidario abraza a mi madre que pareciera haber envejecido otros 10 años.
Mi madre se va al trabajo y el se queda en la silla del acompañante, mirándome sin miedo. Como un gato miraría a un pajarito.

Al acercarse noto algunas sombras en su piel, daños mucho menores a los míos.

Cuando nos quedamos a solas me entero por su boca que tumbó la puerta, y pudo sacarme del lugar antes de que me asfixie, pero con quemaduras graves. Todo esto lo dice en un tono paternal, acercándose hasta tocar mi pie derecho. Lo acaricia y descubre el dedo pulgar, mientras saca de su bolsillo un encendedor. Seguimos siendo los mismos que al principio. Espero mudo de horror el castigo, estoy mas despierto que nunca.

Por los buenos tiempos, hermanito, dice en tono condescendiente. Aprieto los ojos húmedos antes de que el dolor y la impotencia me pongan a prueba. Sabe que haré todo lo posible por no gritar.

octubre 2007

acerca del Che

como siempre Paco Ignacio Taibo II tiene la palabra precisa, historiador y escritor prolífico. Aqui de su pluma el Che contemporáneo desde la Jornada, Mexico.


La Jornada
Ernesto Guevara, una puesta al día

Ernesto Guevara, una puesta al día
¿Qué de nuevo sabemos sobre Ernesto Guevara en los pasados dos o tres años? ¿Ha cambiado la percepción que existía sobre el revolucionario cubano-argentino? ¿Hay nuevos materiales que enriquecen su biografía?
Por: Paco Ignacio Taibo II
Me meto durante 15 horas en Internet para ponerme al día: descubro una fábrica cubana de níquel que lleva su nombre y va de líder en las espartaquiadas. Un ciclista argentino recorre su ruta latinoamericana en bicicleta. Regalan una estatua suya de cuatro metros para que sea colocada en La Higuera. El Senado boliviano le pide a la inteligencia militar que diga si están en su poder el protocolo de la autopsia y el acta de defunción del Che y exige que se desclasifiquen; ambos documentos fueron negados a periodistas en nombre del secreto de Estado. En Lima se vende una marca de cigarrillos llamada Che, con la eterna foto de Korda en el frente. Se anuncia un nuevo programa sobre el Che en The History Channel. En la República Dominicana una manifestación con banderas del Che reta a la policía que dice que no permitirá un paro nacional. Un concurso de alguna televisora panameña declara al Che el político más importante del siglo XX, con 60 por ciento de los votos. Luis Figueroa, quien hace dibujos del Che en las cercanías de la casa en la que vivió en 1953, en Guayaquil, comenta: “Es la imagen que más se vende. Por cada retrato de Jesucristo vendo 30 del Che. Ya hasta puedo dibujarlo de memoria”. En una página de Internet llamada Sortorama se puede encontrar su carta astral.
¿Deberíamos angustiarnos ante la mayoría de estas historias? ¿En nombre de qué soberana pureza deberíamos espantarnos de los fenómenos comunes de la sociedad de consumo con los que convivimos diariamente? ¿Son más perversas las camisetas de Ronaldinho que las del Che? Yo, siendo un convicto y confeso ateo, ando muy feliz por ahí con mi camiseta del estandarte guadalupano del cura Hidalgo, bandera de la primera Independencia de México.
No habría que inquietarse –no mayormente–, ya que son los lamentables ecos periféricos de un culto de masas, que en muchos casos está provisto de más potentes contenidos. Se hizo viejo Marx, nadie oyó hablar del príncipe Kropotkin, Lenin se volvió sospechoso de haber inventado la dictadura del proletariado sin proletariado y haberle heredado el monstruo a Stalin, que lo corrompió a fondo con plácido delirio totalitario. En el gran espacio queda el Che. Y en la medida en que la izquierda pierde falsa y vera historia a pasos agigantados, queda solo. Así que en soledad se construye un culto laico en torno a él, en cuya periferia aparece maligno el consumo pinche.
Su nieto Canek decía en una entrevista que por qué a nadie le preocupaba que hubiera camisetas con la imagen de alguien tan banal en nuestra historia contemporánea como Karol Wojtyla. ¿No ha vivido el catolicismo durante años vendiendo estampitas de santos que todo lo curan? (Por cierto que el Che, en uno de sus momentos de máxima miseria, y tuvo muchos, vendía estampitas de santos por las calles de Guatemala para sobrevivir.)
Lo que sí debería preocuparnos es que la periferia invada el corazón de la leyenda y lentamente la desplace. Que a fuerza de no contarlo, mal contarlo, volverlo dogma, esquema o santo bobo, el Che se desvanezca envuelto en seis carteles y una camiseta.

jueves, 4 de octubre de 2007

cuesta tener que dar la razon...

Cada 2 de octubre viene a mi mente una de las frases que mas trabajo me ha costado asimilar, la que es un golpe bajo para la esperanza...


la que me dice que a pesar del crimen cometido en la plaza de las 3 culturas, siempre habra nuevos crímenes, que todos sabemos, porque es imposible tapar el sol con un dedo...


porque los medios de comunicacion colaboraran a dar una imagen pacifica de mi pais...
nueve hombres, 21 mujeres, 14 niños y un bebe fueron masacrados en Acteal mientras rezaban.

porque guerreando se hizo temblar y morir a una nacion entera...
ante los ojos de las naciones Estados Unidos devastó Irak.

porque ese miedo tremendo a implicarte, ya estas implicado en la indiferencia y la apatía... miles de personas se resignaron ante el fraude electoral en mi país.

porque la reina muerte vaga por Ciudad Juarez... 350 mujeres la siguen desde entonces.

La verdad es que a pesar de tantas heridas,mi vapuleado pais nada ha cambiado.

La palabra genocidio ya no conmueve a nadie,triste dos de octubre no se olvida,nada cambia, no lo olvido.

Enrique, tenias razon... la mente del ser humano es siniestra.

Ya llevo lagrimas viejas tratando de entenderlo.

lunes, 1 de octubre de 2007

dulce dulcisimo fito.

Encaramada como hoy traigo la nostalgia no hay mejor compañia que la voz...
esa que me recita la mariposa technicolor, como una leccion escolar que cuando se fue no se alejó...

aquel que busca su piedra filosofal en los siete locos, en el mar...

Mi refugio es la realidad desparpajada de esa voz,
saca los alfileres de mi cojin de coser,
corazon alfilereado, polvorin de recuerdo.

Explota como fuegos artificiales la critica a la razon y el motivo del artista, no divertir a la familia mientras el mundo se cae a pedazos...

Y al otro lado del camino se aprende...
del Fito al piano, del Fito tocando en una góndola...carajos hasta del Fito inasible de los ultimos años...
es dulcisimo ir y venir columpiandose en su musica con las horas.